Nuestro matrimonio había empezado de una forma un poco rara. Dos días después de casarnos mi marido tuvo que ausentarse de la ciudad por asuntos de trabajo y de repente me hizo evidente que iba a pasar mucho tiempo fuera cuando encontró otro trabajo que le exigía viajar cuatro días a la semana.
Estábamos más tiempo separados que juntos y eso hacía difícil nuestra relación. Llegó un momento que estuvo fuera ocho meses y en nuestro quinto aniversario bromeamos acerca de que llevábamos cinco años casados pero sólo habíamos estado juntos dos.
Muchos matrimonios fracasan los primeros años. Ni en el tiempo que estábamos separados tuvimos jamás dudas de nuestra lealtad. Sabíamos por lo que habíamos aprendido en Scientology, que uno podía llevar una vida ética y ser fiel a su cónyuge. Esto creaba una gran diferencia en nuestra relación y en nuestra habilidad para realizar nuestro trabajo, tener la estabilidad de saber cuánto nos queríamos y cómo comunicarnos sin importar la distancia.
La religión de Scientology nos dio las herramientas para sobrevivir en años difíciles y lo hicimos. Acabamos de celebrar nuestro décimo aniversario de boda.
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